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Ana Balleza. Testimonio #10.

  • Ana Balleza
  • 14 ago 2018
  • 4 Min. de lectura


Mi nombre es Ana Esther Balleza Martínez, nací el 2 de septiembre de 1997 en Villahermosa, Tabasco. Crecí en una familia donde ya conocían de Cristo, desde pequeña asistí a escuelas dominicales y recuerdo que mis papás me enseñaban a memorizar versículos.


A la edad de 13 años yo comencé a tener actitudes incorrectas hacia mis padres y fui rebelde con ellos, de igual manera también empecé a tener malas amistades, así fue durante toda la secundaria, en ocasiones al ver a mi mamá triste por mi yo decía que iba a cambiar, algo que yo nunca pude, porque lo quería hacer por mí misma.


Nos mudamos a San Luis Potosí en el año 2012, aquí termine mi último año de la secundaria, pasé a Preparatoria y fue allí en ese momento de mi vida que por muchas circunstancias que pasaron yo me cerré y ya no quería saber nada mas de iglesias o ‘’religión’’, yo era de esas personas que decía que todos los cristianos eran unos hipócritas, y así cada vez yo estaba más lejos de los principios que mis padres me habían inculcado.


En mi salud se vio reflejado era una persona cada vez más nerviosa, cambiante de humor, me enojaba con facilidad, por las noches no podía dormir y vivía con miedo, recuerdo que me hicieron muchos estudios de sangre porque se me caía mucho el cabello, me mordía demasiado las uñas (muchas veces al punto de lastimarme), etc. Los resultados siempre decían que todo estaba normal, tiempo después estuve en terapia psicológica. La verdad es que mi vida no cambio, ni ningún patrón de mis comportamientos.


Fue entonces cuando alguien toco la puerta de mi casa, fue una señorita de la ruta, mi mamá le abrió y le dijo que no tenía tiempo (pensó que eran testigos), ella le dijo que solo le quería dar un folleto que venían de una iglesia cristiana bautista, desde ese momento comenzaron a visitarla y mi mamá comenzó a asistir a la iglesia por las tardes. Recuerdo que mi mama pedía que oraran por mí, y que me invitaran a la iglesia, solo fui como tres veces aproximadamente, pero la verdad es que yo no quería ir.


En una de esas ocasiones que fui, recuerdo la pregunta que el pastor hizo al final: ¿Si tu murieras el día de hoy, sabes a donde iría tu alma?, la verdad es que si, yo si sabía, sabía que yo iría al infierno, pero yo no entendía el plan de salvación, recuerdo que pregunto también si alguien quería que le fuese explicado cómo podría ir al cielo, yo recuerdo levantar mi mano, pero nadie me vio, todo termino y me fui a mi casa.


Durante las vacaciones otros hermanos de la iglesia tocaron mi puerta, yo lo estaba escuchando pero no ponía atención, la verdad es que ahora me asombra ver como ellos se preocupaban por mí, y me iban a visitar.


Termine mi preparatoria y logre quedar en la universidad, aquí fue en donde yo decidí no ir mas a ninguna iglesia, sea la que sea, me invitase quien me invitase, yo ya no quería saber nada. Y bueno llego el momento que tenía que llegar, estaba tan lejos, tan perdida, caí tan fuerte, tan bajo y fui lastimada por las consecuencias de mis decisiones y a mi mente vino todo eso que de pequeña memorice, esos versículos que me obligaron a aprender, y solo entendí algo: que estaba muy lejos de todo lo que mis padres alguna vez me enseñaron.


Me sentía tan vacía que solo dije dentro de mí: Dios tu sabes como estoy, si de verdad tu me puedes cambiar, cámbiame.


Empecé a buscar alguna iglesia a la cual asistir, pero ninguna me llenaba a mí, entonces recordé esa iglesia, la que asistí alguna vez porque tocaron la puerta de mi casa. Comencé a asistir un miércoles, me explicaron muchas veces el plan de salvación y un domingo por la tarde, sola en el comedor de mi casa, a la edad de 18 años por fin pude entender la salvación ¡Mi Cristo murió en esa cruz por mi! ¡El Hijo de Dios murió por mí, sin importarle mi pasado! durante toda mi vida no lo había podido entender, me arrepentí de todos mis pecados y le pedí perdón por todo lo que había hecho.


Desde ese momento mi vida tuvo un rumbo totalmente diferente, entendí que debía pedirles perdón a mis papas, restaure mi relación con ellos, no fue fácil porque yo los lastime demasiado, pero por la gracia de Dios ellos me perdonaron, también les pedí perdón a los hermanos que alguna vez tocaron mi puerta. También entendí que debía cambiar muchas áreas de mi vida, para mí no fue fácil, pero Dios me ayudo en todo por su gracia.


Me explicaron el bautismo y entendí la necesidad que tenia de ser obediente, me bautice un mes después, un domingo después de la conferencia de mujeres, en el año del 2016.


Gracias a Dios por la paciencia que Él tuvo conmigo, Gracias a Dios por el ministerio de rutas, porque si no hubieran tocado mi puerta tal vez yo no le hubiera conocido, gracias a Dios por el pastor Luis Ramos y su corazón hacia las almas perdidas, Gracias a Dios por la Iglesia Bíblica Bautista de San Luis Potosí, Gracias a Dios por la sana doctrina, Gracias a Dios porque dio a su hijo Jesucristo para morir por nuestros pecados, Gracias a Dios porque si no fuera por su gracia yo no sé en donde estaría hoy.


Amo a mi Señor Jesucristo y le doy gracias porque a pesar de todo lo que yo fui, Él vino a buscarme y me rescato, Gracias a Dios porque por la sangre de Cristo mi vida fue restaurada y solo Él pudo cambiarla. Soy Ana Balleza, tengo 20 años actualmente curso mi 7mo semestre de la carrera de psicopedagogía para honra y gloria de Dios.


Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho, más aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.

Lucas 7:47- 48


Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es.

1 Corintios 1:27-28


 
 
 

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