PANDITA RAMABAI. BIOGRAFÍA #5
- Laura Bobadilla
- 25 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Pandita nació dentro de la casta social más elevada de la India: era hija de un sacerdote brahmán, quien tras enviudar se volvió a casar, a la edad de 44 años, con la hija de otro brahmán que contaba 9 años de edad. Esa niña llegaría a ser la madre de Pandita. El padre de Pandita dio a su hija una educación como si ella fuera un varón: a los 12 años se sabía de memoria cientos de textos religiosos y filosóficos sánscritos. También aprendió el marathi, lengua en la cual iba, al final de su vida, a traducir la Biblia, y ocho lenguas más. Todo esto indica las extraordinarias cualidades intelectuales de las que Pandita estaba dotada.
Acuciada por las necesidades económicas su familia hubo de dejar su hogar en Mangalore, realizando un viaje de peregrinación por santuarios, templos y ríos sagrados. Allí fue donde Pandita tomó contacto con el sufrimiento de las niñas-viudas, imposibilitadas para casarse de nuevo, con las mujeres que debían ser sacrificadas vivas en la pira junto a sus maridos muertos y con las que se veían arrastradas a la prostitución. Se dio cuenta de que la mujer en la India, víctima de un sistema religioso y cultural degradante, estaba catalogada al mismo nivel que los animales.
En ese viaje de peregrinación, donde vio morir a sus padres y a su hermana mayor de hambre, se derrumbaron las creencias religiosas que Pandita había recibido de su padre.
Tras recorrer 6.000 Km deambulando por la nación, llegó en 1878 junto con su hermano a Calcuta, donde dio conferencias y se ganó los corazones de los brahmanes bengalíes. Su conocimiento del sánscrito les impresionó tanto que, tras un examen por un grupo de eruditos (pandits), le fue concedido el título de Pandita, que significa “Docta”, siendo la primera mujer que alcanzaba tal título en la India.
Precisamente fue en Calcuta, en una reunión de jóvenes, donde Pandita oyó hablar de Cristo. Supo que él nunca había enseñado nada referente a un sistema de castas: todo lo contrario, había hablado sobre la igualdad de los seres humanos, fueran judíos o gentiles; tampoco había enseñado nada del dominio del hombre sobre la mujer, tan inherente al hinduismo.
Tras la muerte de su hermano, Pandita se casó con un amigo de éste, el graduado y abogado Bepin Bihari Medhavi, quien era de una casta inferior a la de Pandita. Fruto de este matrimonio fue el nacimiento de una hija a quien puso Manoramabai; desgraciadamente al poco de nacer la niña, moría su marido como consecuencia del cólera. “Esta pérdida tan grande”, escribió más tarde en sus memorias, “me acercó más a Dios”.
Su experiencia cristiana fue enriquecida por la visita de un misionero bautista, quien le enseñó sobre la Biblia. “Había perdido toda la fe en mi antigua religión”, escribió, “y mi corazón estaba hambriento de algo mejor.”
Invitada por la Hermandad de Wantage, Pandita resolvió ir a Inglaterra, donde fue recibida por la Iglesia Anglicana Sisterhood de Wantage. Era el año 1883 y en dicha iglesia Pandita fue testigo de la obra a favor de las madres solteras. Allí, junto con su hija, recibió su bautismo y ostentó la cátedra de sánscrito en el Chelteham Ladies College.
Pandita comenzó a dar conferencias sobre la condición de las mujeres en la India, llegando a escribir un libro que alcanzó notable repercusión en Inglaterra y en los Estados Unidos: The High Caste Hindu Woman. Precisamente a esta última nación viajó para dar a conocer sus proyectos acerca de dedicarse al rescate de tantas mujeres necesitadas en la India, obteniendo apoyo financiero por medio de la Asociación Ramabai.
En 1896 se declaró el hambre en las provincias de la India central, pereciendo entre diez y catorce millones de personas. Al crecer la necesidad de alimentos, Pandita se desplazó a las regiones azotadas por el hambre, recogiendo viudas jóvenes y niñas y trayéndolas a Mukti, albergándolas en cabañas temporales. Sus pozos proveían copiosa cantidad de agua; sus plantaciones proveían alimentos
En los últimos 15 años de su vida, se dedicó a la inmensa tarea de traducir la Biblia al marathi. Primero tuvo que aprender griego y hebreo, luego hubo de acomodar este trabajo a sus otras ocupaciones. Aunque se estaba quedando sorda y por ese tiempo murió su hija, no abandonó esta tarea que se había propuesto. Había casi completado la corrección de pruebas de la Biblia marathi, cuando cayó enferma.
Diez días más tarde, el 5 de abril de 1922, cuando hubo leído la última prueba, durmió para despertarse en la presencia de Aquel a quien había amado y servido.
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